REVITALIZACIÓN Y REESTRUCTURACIÓN

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El proceso de revitalización es constante, no es algo estático o simple fórmula matemática de la que es tácito un resultado. No se logra por una imposición o mandato. Para que la revitalización sea duradera debe ser consecuencia de todo un trabajo de concientización, no solo a nivel de comunidad sino también personal. La Orden de Agustinos Recoletos en su capítulo general realizado el año 2010, sienta las bases para el comienzo de todo este proceso: “Este 54° capítulo general cree necesario iniciar el proceso de revitalización de la Orden de Agustinos Recoletos, que incluye la revisión y adaptación de sus estructuras, para que favorezcan la vida consagrada que anhelamos y el futuro al que nos sentimos llamados: ser significativos en el siglo XXI, viviendo con radicalidad nuestro carisma al servicio del Reino. Como indican nuestras Constituciones, la renovación progresiva de las estructuras y actividades es la primera obligación de la Orden. Por eso esta reestructuración debe llegar a los elementos más fundamentales de nuestra vida consagrada y a nuestra espiritualidad agustino-recoleta. Con este proceso intentamos ajustar espíritu y estructura, para que ésta sea viva y vivificadora, capaz de encarnar lo mejor de las personas y de las comunidades”

Durante más de dos años se trabajó en toda la Orden en este proceso de concientización y ya en el 55° capítulo general del año 2016 se concreta esta reestructuración en una nueva organización de las provincias: “Para lograr una auténtica vivencia agustino recoleta, impulsar la vida fraterna en comunidad, realizar la misión que la Iglesia nos encomienda y estar donde seamos más necesarios, el 55° capítulo general establece organizar la Orden en cuatro provincias:

  1. Unir la Provincia San Agustín a la Provincia San Nicolás de Tolentino.
  2. Unir la Provincia Nuestra Señora de la Consolación a la Provincia Nuestra  Señora de la Candelaria.
  3. Unir la Provincia San José y la Provincia Santa Rita de Casia a la Provincia Santo Tomás de Villanueva.
  4. Mantener la Provincia San Ezequiel Moreno, ampliando su presencia en un nuevo país de Asia”.

Esta reorganización implicó largos debates en el capítulo movidos por el Espíritu y que concluyeron en la unión de las ocho provincias por incorporación de unas a otras quedando solo cuatro: San Nicolás de Tolentino, Nuestra Señora de la Candelaria, Santo Tomás de Villanueva y San Ezequiel Moreno. La unión jurídica y efectiva de las provincias comenzó en el año 2018 cuando momentos antes de comenzar sus respectivos capítulos provinciales se leyeron los decretos de fusión y surgimiento de las nuevas provincias.  En mayo se fusionan San Nicolás de Tolentino y San Agustín, manteniendo el nombre de San Nicolás de Tolentino, en su 127° Capítulo provincial; en julio Nuestra Señora de la Candelaria y Nuestra Señora de la Consolación, manteniendo el nombre de la primera, en su 80° Capítulo provincial y en octubre se une la de San José, Santa Rita de Casia y Santo Tomás de Villanueva, manteniendo este último nombre, en su 36° Capítulo provincial. Con la reestructuración de esta última provincia comienza una nueva etapa en la historia de los Agustinos Recoletos en el mundo. Desde aquel momento cada provincia se constituyó en una nueva realidad con el encargo de reestructurar sus comunidades y ministerios desde la identidad carismática para  seguir sirviendo a la Iglesia como odres nuevos.

Esta nueva estructura trajo consigo la reestructuraron de los órganos de carácter administrativo de la Orden. De cuatro secretariados se redujo a tres: Secretariado de Espiritualidad y Formación, Secretariado de Apostolado, Secretariado de Vocaciones y Juventud; se crearon dos comisiones: Comisión de apostolado social y la Comisión de comunicaciones y publicaciones; asimismo se creó el Consejo económico y de patrimonio. Cada una de estas estructuras animadas por un presidente y un equipo estable de trabajo conformado por vocales.

A manera de reflexión cae a pelo lo que expresa el Proyecto de Vida y Misión 2016-2022 de la Orden, en su página ocho: “… Se trata de una llamada a no quedarnos en una reestructuración que haga arqueología o cultive inútiles nostalgias, sino que encienda la llama inspiradora del Espíritu para disponer los odres capaces de acoger el vino nuevo…Los cambios requieren oración, escucha, apertura, diálogo, sacrificio y disponibilidad por parte de todos. Requieren también humildad y sinceridad, para buscar juntos el camino, valorando siempre al hermano. El Señor ha puesto su confianza en nosotros para llevar a cabo la misión que hoy tiene la Orden en su diversidad de culturas y ministerios”. Ciertamente, todo esto es un reto que no puede pasar desapercibido. De la respuesta que se dé depende el éxito de esta santa empresa. El individualismo, la dispersión, la indiferencia, el orgullo y los apegos son las tentaciones que a la primera se deben descartar en este proceso.

P. Víctor Emiliano

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