Mis saludo y abrazo personales a todos los hermanos de la Vicaría en este día de la fiesta de la conversión de nuestro padre san Agustín.
En medio de la situación difícil que todos atravesamos por esta pandemia, tanto en el campo de la salud como económico, invoco a no dejar de mirar al Señor para seguir caminando con alegría y ser luz en la oscuridad.
Hoy es día propicio para reflexionar sobre nuestra vida, sobre la respuesta que día a día vamos dando a la confianza que el Señor depositó en cada uno de nosotros. La conversión, ciertamente marca un antes y un después en la vida de una persona, como en San Agustín. Este acontecimiento fue el comienzo de una vida por los insondables caminos del señor. Pero, la conversión también es un proceso en el que constantemente se tiene que actualizar aquel momento inicial. Visto así toda nuestra vida tiene que ser un constante comenzar. La fiesta que conmemoramos no es sólo el recuerdo de un acontecimiento pasado, es un dar gracias a Dios por el don de la vida de Agustín, que no solo se convirtió sino que se mantuvo siempre en una actitud de conversión. Por ello, transitar por las sendas de Agustín es camino seguro para llegar al Señor.
Con humildad y sencillez reconozcamos las veces que hemos pasado de largo y le hemos dejado al Señor con la mano extendida; regresemos la mirada a aquel que nuca nos pierde de vista. Es día de conversión, es día de regocijo.
Felicidades.
p. Víctor