El pastor de una comunidad tiene que buscar momentos de unidad y lazos de fraternidad. No se puede ser pastor de un pueblo disperso. En una parroquia la fiesta patronal es la que une, por excelencia, a toda la comunidad parroquial. En Santa Mónica, el 27 de agosto, es fiesta grande. Toda la parroquia, zonas y sectores, se mueve y se une para ensalzar a la patrona. No se puede desperdiciar este abundante caudal para promover la unidad y la cercanía de los feligreses. El aspecto religioso es prioritario, en realidad este es el que convoca. Este es el momento de evangelizar y hacer promoción vocacional con las novenas, las misas pedidas, confesiones, la procesión, las estampitas que se reparten, etc. Junto a este va el aspecto social y económico. Puedo dar fe de lo atractivo que es el encuentro de los vecinos, ya sean niños, jóvenes y adultos; los amigos y las familias hacen grupos grandes donde no faltan las bromas y la conversación; los grupos parroquiales se integran ya sea en el trabajo y en la diversión. La música, el baile, la tómbola, el bingo, los juegos divierten a todo aquel que quiere pasar un bonito rato de sano esparcimiento. El aspecto económico va junto a los anteriores. Recaudar fondos para la parroquia es algo normal en nuestras comunidades de la sierra. La cuyada es típica en esta zona, la venta de picarones, de chicha, golosinas, entre otras cosas se ve con buenos ojos y da el ambiente festivo a la celebración. El pastor tiene que ser cauto e inteligente para aprovechar estas situaciones en bien de la unidad y fraternidad parroquial. Puede suceder que todo se organice para sacar fondos pero así, esta linda labor se desvirtúa, y a la larga o a la corta la gente se da cuenta y crea incomodidad.
Nuestra parroquia tiene muchas comunidades en el campo y cada una tiene su capilla. No lo pensé dos veces para implementar, en los lugares donde no se tenía, la fiesta de la comunidad. Es decir, que cada comunidad tenga su pequeña fiesta patronal. La idea es que cada una tenga un “santo” protector en torno al cual la comunidad se organice. En nuestra parroquia, con excepción de algunas comunidades, todas tienen su celebración, grande o pequeña, pero la tienen. Cinco de ellas han adoptado como protectores a santos agustinos. La comunidad de Pangoray tiene a Santa Magdalena de Nagazaki, Lanchebamba a Santa Rita de Casia, La Pauca a San Agustín, Agaisbamba a San Ezequiel Moreno, Shawindopampa a Nuestra Señora de la Consolación. Esta es una forma de ir difundiendo nuestra espiritualidad agustiniana, expresada en los santos, en los lugares donde trabajamos.
Para mí unir a la feligresía en torno a un “santo” crea amistad, cercanía, confianza, es decir, unidad. Yo sugiero que se cuiden y promuevan estas celebraciones.
Algunos no comparten esta forma de promover la religiosidad, pero no dan otras alternativas. Ciertamente que genera trabajo e implica que el pastor se meta al campo con ellos, pero los frutos son abundantes y se salvaguarda la fe. Estoy convencido que el pastor o el párroco tiene que ser un hombre de trabajo. Los pastores de oficina estorban y dificultan una labor evangelizadora.
P. Víctor