NO LE PUEDO PERDONAR

Facebook
Twitter
WhatsApp

Qué lamentable cuando alguien no perdona, cuando no es capaz de pedir o dar perdón, o perdonarse así mismo. Qué experiencia dura y compleja habrá causado una actitud tan desproporcional; cómo será el sufrimiento de aquel que se priva, de este modo, de la alegría y gozo de estar en paz con Dios, con los demás y consigo mismo.

Cuantas veces se escucha decir “no puedo perdonar”. La persona que no perdona sufre y es la más lastimada en el conflicto. Por ello la necesidad de pedir o dar perdón. Además, cómo se puede negar el perdón a sabiendas que algún día, también, se necesitará. Jesús nos llama a perdonar siempre: “Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor ¿Cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21).

Con frecuencia se confunde “sentimiento” y “perdón”. Es decir, si alguien “me cae  mal” por el daño que me causó afirmo que no es posible el perdón.  Y eso no es así, una cosa no tiene nada que ver con la otra, pues aunque alguien me caiga mal, por las razones que sean, sí es posible el perdón. Es más, estoy en la obligación de perdonar a esa persona, aunque las relaciones sociales no sean las ideales. El fastidio hacia una persona no quita una oración por ella; una situación dolorosa no me obliga a difamar al causante y tomar venganza; tampoco me obliga a quitarle el saludo. Ante esto se puede decir que el perdón más que algo afectivo es algo efectivo; más que un sentimiento es una decisión. Hay que recordar que la vida no puede girar en torno a los sentimientos; sí, en cambio, en torno a decisiones. Te pediría que recuerdes las veces que has hecho algo no porque te guste sino porque tienes que hacerlo. Aunque sin gusto pero lo has hecho ¿verdad? Esto significa madurez y, en el fondo de todo, “amor”. Amor, en primer lugar, a ti mismo que no mereces arrastrar una cadena, sino ser feliz; en segundo lugar, amor a la otra persona, que puedes ser tú mismo en un futuro, puesto que nadie está libre de cometer errores. 

Querido hermano, para que la situación cambie en una relación deteriorada el primer paso es el perdón. No hay otra alternativa. No esperes que mejoren las relaciones para luego perdonar, pues habrás desperdiciado un valioso tiempo de paz y tranquilidad. El perdón es el primer paso  para comenzar un proceso de cambio.  Todo proceso de perdón implica sacrificio, negación de uno mismo, lucha contra el orgullo, e incluso tolerar desplantes de la otra persona, pero, el premio es grande: tu tranquilidad y paz.

P. Víctor Emiliano

NOTICIAS RELACIONADAS /
COMENTARIOS /
POST RECIENTES /
NUESTRO FACEBOOK /